Shangai ofrece una amplia variedad de lugares donde se puede comer, para todos los gustos y bolsillos, desde los pequeños puestecillos ambulantes, en los cuales se puede llenar el estómago pagando entre 3 a 5 RMB (0,3 a 0,5 €), hasta restaurantes de lujo, donde el precio lo marca lo que la billetera de cada uno le permita.
La gastronomía tradicional china no tiene nada o muy poquito que ver con la comida de los restaurantes chinos en España, donde siempre me ha dado la impresión que, independientemente del restaurante en que se esté comiendo, todos los platos tienen el mismo regustillo. Con esto quiero decir, y sin tratar de herir la sensibilidad de los amantes de la comida oriental, que lo que se come en España en “El Palacio de Oriente” o “El Buda Feliz” o “La Gran Muralla” no suele ser muy auténtico ni original, como tampoco lo son a la hora de poner nombres a los restaurantes.
China es una nación enorme, en donde la variedad gastronómica también es muy extensa y, dependiendo de la zona del país, la cocina es totalmente distinta. Por ejemplo, en el área más occidental son sabores tipo morunos, muy especiados; en Sichuan, muy picantes; en Shangai, más dulzones. Lo que no es habitual es encontrarse “rollitos de primavera” en la carta de un restaurante en Shangai, lo cual puede resultar chocante, cuando se piensa que este plato es “el clásico entre los clásicos”. Y, por supuesto, lo que nunca van a tener es pan, ya que la base de su alimentación es el arroz y es el complemento a cualquiera de sus comidas.
En el día a día, los chinos son muy dados a comer fuera de casa y, normalmente, lo hacen en los puestos callejeros, siendo estos los lugares más populares y también baratos. Además, hay muchos pequeños restaurantes que no son otra cosa que las propias viviendas de la gente que están abiertas a la calle. En el mejor de los casos, estos locales disponen de un par de mesas y sillas, otras veces, se pueden ver latas de conserva muy grandes, troncos de madera, ladrillos o cualquier objeto donde uno se pueda sentar. Aquí se ofrecen platos sencillos de arroz y noodles, que no tienen mala pinta. Otros ofrecen todo tipo de pinchitos de bichos, como en la foto. Tengo que reconocer que en los dos años que llevamos viviendo aquí nunca nos hemos atrevido a comer en estos sitios, porqué no nos fiamos de la calidad ni de los ingredientes que emplean para cocinar y, sobre todo, por las condiciones higiénicas. Tratando de decirlo de una forma más o menos fina, suelen tener “más mierda que el palo de un gallinero”. Está claro que la gente come a diario y sobrevive, que se sepa, pero a mi se me levanta el estómago cuando veo tanta suciedad junta en un lugar donde se está cocinando. La limpieza no es algo prioritario para los chinos y, por desgracia, eso se hace extensivo en los lugares donde se come.
También aquí se encuentran las cadenas de restaurantes americanos de comida rápida y que, hoy en día, por ese fenómeno llamado globalización, hay en casi cualquier parte del mundo. En Shangai hay muchísimos Mc Donald (Mai Dan Lao), KFC, (Ken De Ji) o Starbucks (Xing Ba Ke), entre otros. Salvo pequeñas variantes, como patas de pollo o cuellos fritos en el KFC, los menús son primos hermanos de los que tenemos en España y, para hacerse una idea de los precios, un menú Big Mac cuesta 17 RMB, unos 2 €, y en el KFC, que es un poco más caro, unos 25 RMB. Recuerdo que hace tiempo un amigo me dijo sobre este tipo de restaurantes que lo bueno que tienen (o lo malo, según se mire) es que sabes que te estás comiendo la misma basura en cualquier parte del mundo, y estoy totalmente de acuerdo, porqué el Big Mac o Whopper saben igual, y ahí queda eso, allá donde te lo tomes.
Starbucks es un poco más especial y resulta caro, muy caro, sobre todo para los chinos, porqué el café más barato son 28 RMB. Mientras que Mc Donald o KFC tienen mucha aceptación entre toda la población, sobre todo entre la gente más joven, Starbucks, aunque también es muy popular, es considerado como un sitio bastante pijo, al que no todo el mundo se puede permitir ir. En realidad es como en España, porqué un cafetito en Starbucks también cuesta un pico.
En cuanto a los típicos restaurantes chinos, llaman mucho la atención aquellos que están ubicados en edificios enormes, de varias plantas, que a simple vista parecen hoteles. De hecho, hotel y restaurante se dice igual en chino (fan dian), por lo que, a veces, es necesario entrar dentro para saber si se trata de uno u otro. Lo corriente es que haya varios porteros solo para abrir la puerta, que llevan uniformes de “capitán general”, dándose gran importancia, todos ellos con su pinganillo en la oreja, el cuál todavía no he llegado a descifrar cuál es su uso. Una vez dentro del restaurante, suelen haber señoritas vestidas con el traje tradicional chino, qipao, muy monas todas ellas, nada más que para indicar el camino, no vaya a ser que uno se pierda. Disponen de salones privados, más o menos grandes, donde se puede disfrutar del almuerzo con cierta intimidad, y es como si se estuviera en la habitación de un hotel. Resulta especialmente llamativo la cantidad de personal que trabaja en estos sitios, e incluso, a menudo, se pueden ver muchos más empleados atendiendo las mesas que comensales hay en el restaurante. A pesar de tanta gente, se puede decir que el servicio deja mucho que desear, aunque existan honrosas excepciones, sobre todo en los restaurantes internacionales.
Una vez sentado, lo primero que hacen es servir un vasito de agua calentita o una taza de te verde caliente, sin azúcar, independientemente de la estación del año. Por supuesto, para comer hay que utilizar palillos (kuaizi) y es muy raro que tengan cuchillo y tenedor. Aunque dependiendo del tipo de cocina, en la carta se pueden encontrar mil y una sorpresas como: serpiente frita, lenguas de pato, todo tipo de intestinos, carne de perro, serpiente, tortuga, rana y demás bichos, cocinados de formas muy diversas. Entre las sopas, se podría destacar la clásica de aleta de tiburón (está buenísima y es muy cara) y la de serpiente y tortuga (muy famosa), etc. Si hay suerte, la carta puede estar en inglés, no obstante, en muchas ocasiones, la traducción que hacen no aclara nada sobre el contenido de ese plato. Los chinos utilizan muchas metáforas para todo, y en la comida no iban a ser menos. Para que sirva de ejemplo, es como “Hormigas subiendo al árbol” o “Familia feliz”, que aparecen en los menús de los restaurantes chinos en España. En estos casos, en los que a uno le asaltan las dudas y, todo hay que decirlo, temor y aprensión, lo más recomendable es ir a lo seguro y pedir algo que uno sepa lo que es, por si acaso.
También es corriente que en algunos de los restaurantes tengan los “ingredientes” vivitos y coleando, lo que es reflejo de “su frescura”, y es algo muy cotizado. Pueden tener todo tipo de bichos vivientes, conocidos y desconocidos, desde peces y marisco en las peceras, lo cual no difiere mucho de los cocederos de marisco en España, hasta aves, serpientes, tortugas, ranas, etc. Por supuesto, no hay vacas, cerdos, caballos o corderos, pero por motivos de tamaño y porqué esa carne no es apta para el consumo recién muerto el animal.
David ha tenido alguna que otra experiencia con estos platos tan exóticos. La semana pasada le pusieron la cabeza de una vaca entera, cocinada, por supuesto, pero hay que reconocer que a cualquiera nos daría un poco de grima, aunque luego esté todo muy bueno. En otra ocasión fueron canapés de escorpión, ¡deliciosos!, aunque David optó por no probarlos.
Aunque entiendo que a estas alturas a más de uno se le haya podido quitar las ganas de volver a un restaurante chino, tengo que decir en su favor que hay platos muy sabrosos y a mi, en particular, me han gustado muchas de las recetas que he probado hasta ahora, aunque de otras mejor ni hablar... Si bien es cierto que, ante la incertidumbre sobre los ingredientes empleados, intento dejar los escrúpulos para otro momento, y opto por comer y no preguntar demasiado.
No es habitual tomar postre en China, ni tan siquiera suele existir esta posibilidad en la carta. Tan solo en los restaurantes más occidentalizados puede haber algún que otro postre, pero tampoco se corresponden con la idea de fruta o dulce que tenemos, si no que son platos bastante extraños para nuestro paladar.
Y para terminar, en Shangai, como ciudad cosmopolita que es, es variada la oferta de restaurantes de todas las nacionalidades que uno se pueda imaginar, incluyendo, por supuesto, restaurantes españoles (Las Tapas, La Gran Bodega, Indalo, La Verbena, etc.). En general, almorzar en un restaurante internacional sigue resultando más barato que su equivalente en España, salvo por la carta de vinos, que suelen tener precios prohibitivos. Considero que es todo un lujo poder ir de vez en cuando a alguno de estos restaurantes españoles, darse un homenaje, y disfrutar de una comida típicamente mediterránea y, si se tiene suerte, incluso hablar español…
4 comentarios:
Mummmmm, qué rico! Lo bueno es que uno luego no tiene ni que lavarse las manos.
Nos apuntamos para eso del gambei que tiene que ser algo así como el gambiteo de por aquí. ¡Que buenos negocios haríamos!
Por cierto, hemos pillado lo del pan (no se si la aludida lo habrá pillado).
Pues que quieres que te diga, debo tener el estómago hecho a la suciedad que ví, y se me estaba haciendo la boca agua pensando en los dumplings y en mil cosas más. Ahora, lo de la vaca, memorable. ¡Habría pagado para ver la cara de David! y dejemos el pan en paz, por favor...
¿Y la próxima entrega? coches, regateo, carrefour, gusto musical...? Me tienes en ascuas.
Si es que no se os escapa una...
¡Tres hurras por los gambeis!
Gaz como pueden comer esto SON ANIMALES Por fabor ellos tambien sienten LOS CHINOS SON SERES ASQUEROSOS''
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