jueves, 26 de marzo de 2009

Wô jiésháo yíxìa

Estoy muy contenta que el Blog os haya enganchado o, al menos, es lo que decís.  Espero que no estéis mintiendo como bellacos solo para quedar bien conmigo. Me he dado cuenta que escribo como si todo el mundo nos conociera, pero a parte de la familia y los amigos, parece ser que hay más gente que se ha animado a leer mi Blog, ¡qué valor!. Muchas gracias a todos, porqué eso me da ánimos para seguir contando historias desde este planeta.

Para aquellos que no nos conocéis “Wô jiésháo yíxìa”, o sea, que traducido del chino significa que voy a hacer una pequeña introducción de mi familia, y también contaros porqué decidimos venirnos a vivir tan lejos de casa. Tenemos dos peques, Adrián, de cinco años, y Claudia, de dos años y medio; David y yo tenemos treinta y tantos, vamos, que los treinta los tenemos cumpliditos hace ya tiempo. En España vivíamos en un pueblo muy cercano a la sierra de Madrid, en San Agustín de Guadalíx, donde nos habíamos traslado hacía poco más de un año antes de mudarnos a Shangai. Lo cierto es que nos sentíamos muy a gusto allí porqué es un municipio bonito, relativamente pequeño, tranquilo y cercano a Madrid. Además, tenemos la gran suerte de contar con unos vecinos maravillosos a los que echamos mucho de menos.

Nuestra vida en España era sencilla y bastante convencional, como la de la inmensa mayoría de los padres con hijos pequeños. Casi todos los días regresábamos a casa del trabajo bastante tarde, si es que alguno de los dos no estaba viajando. No había más tiempo que para preparar la cena, bañar a Adrián y todos a la cama, reventados; ¡un día más!. Durante el fin de semana había que dedicar un día a comprar y, con suerte, podíamos organizar algo con la familia o los amigos, pero poco más. Desde luego, nada excitante. No voy a decir que nuestra vida aquí sea “excitante”, pero si es cierto que disponemos de tiempo libre, hacemos muchas más cosas y podemos disfrutar de nuestros hijos. La novedad nos ha mantenido bastante entretenidos hasta ahora, siendo este un lugar donde nunca dejas de sorprenderte y siempre encuentras algo o alguien que te deja totalmente descolocado.

David y yo nos habíamos planteado muchas veces la posibilidad de residir en el extranjero durante una temporada, y esta era una idea que llevábamos barruntando desde hacía ya varios años. Nos apetecía un cambio, vivir nuevas experiencias en otro país y huir de nuestra particular estresante rutina diaria. La familia y los amigos estaban más o menos al corriente de nuestro empeño, pero yo creo que casi todos creían que era un farol y no seríamos capaces de dar este paso. No teníamos pensado ningún destino en particular, tan solo confiábamos que tarde o temprano nos saldría una oportunidad en alguna de nuestras respectivas empresas.

Un día llegó David a casa, muerto de la risa, contándome que se buscaba un candidato para desplazarse a Shangai, ¡vaya destino!.  El pobre se quedó con cara de “¡no me lo puedo creer!” cuando le dije: “¿Por qué no te enteras con detalle del puesto y, si nos interesa, lo solicitas?”. Su respuesta fue inmediata, alucinado por mi pregunta: “Pero, ¿tu te irías a China?”. A lo que respondí:  “¿Y por qué no?. Si es interesante para nuestro futuro y el de nuestros hijos, es una opción como otra cualquiera”.

Y ahí empezó todo, en Mayo de 2006, cuando yo estaba embarazada de tres meses de nuestra hija Claudia. El proceso de selección fue muy largo, quizás demasiado, con muchas entrevistas, cinco de ellas en París. Hasta que un día de Octubre, cuando teníamos un poco olvidado este tema y, tan solo unos días antes de dar a luz (de hecho ya estaba de baja), recibo una llamada de David diciéndome que debería comunicar en mi trabajo que, por una temporada larga, no iba a regresar. Yo no tenía ni idea de que me estaba hablando y pensaba que se refería a mi baja por maternidad. Cuando me contó la noticia, reconozco que me quedé de piedra, sin saber que decir, no sé como el parto no se adelantó en ese instante.

Como suele ser habitual en estos casos, la empresa le notificó que debería ocupar su nuevo puesto en Shangai lo antes posible. El problema era que íbamos a tener un bebé y ellos mismos nos desaconsejaron hacer el traslado con una niña tan pequeña, siendo mejor esperar a que tuviera unos cuantos meses. Claudia nació a finales de Octubre y, finalmente, nos marchamos la última semana de Marzo de 2007, cuando la nena tenía cinco meses y un año después de solicitar el puesto. Ahora no entiendo muy bien el motivo por el cual no viajamos antes, porqué Shangai es una ciudad donde la vida es fácil y no hay problemas para venir con bebés; se puede encontrar casi de todo y hay muy buenos hospitales en caso de una emergencia.

Hay que asumir que es muy complicado tomar una decisión de esta envergadura. Marcharse a China no es lo mismo que desplazarse a un país con una cultura occidental, más similar a la nuestra. Antes de casarnos yo estuve trabajando seis meses en Inglaterra y no necesité grandes preparativos. Primero, porqué en aquella época no tenía marido ni hijos y, segundo, porqué en cualquier momento existía la posibilidad de coger un vuelo de vuelta a España para pasar un fin de semana en casa. Mover una familia es difícil por todo lo que conlleva y, en nuestro caso fue relativamente sencillo, porque nuestros hijos son muy pequeñitos y van donde les digas sin poner pegas. Cuando los hijos son más mayores puede ser un problema enorme convencerles que tienen que dejar a su familia, amigos, colegio, casa, es decir, abandonar toda su vida, su mundo, para ir a un lugar nuevo en donde no conocen nada ni a nadie. Y a todo eso hay que añadir la dificultad adicional que supone el no saber el idioma.

Aunque desde el primer momento encontrábamos gran cantidad de ventajas en mudarnos a China, también pensábamos mucho en nuestras familias, en cómo se lo iban a tomar, más ahora que teníamos dos niños y, sobre todo, como debíamos abordar el tema. Fue lo más duro, pensar en la gran distancia que nos iba a separar de todos aquellos a quien queremos y nos quieren, nuestra familia y amigos.  Aunque para muchos no fue una gran sorpresa, realmente todos se mostraron estupefactos por el destino.  

Tengo que decir que David y yo nunca tuvimos grandes dificultades para adaptarnos a la vida aquí. Supongo que influye mucho que estábamos plenamente seguros de nuestra decisión y muy motivados por el cambio. Hay muchas personas que lo pasan francamente mal, deseando que finalice su contrato de expatriación para poder regresar a su país. Se corresponde con casos en los que las compañías, poco más o menos, les obligan a expatriarse.  Eso es una gran equivocación, porque no se puede forzar a nadie, y menos a una familia, a mudarse a otro país y, desde luego, no a un sitio como China. La empresa de David es muy consciente de los problemas que una situación así conlleva y se aseguran que sus expatriados estén plenamente convencidos. Por eso entrevistan también al cónyuge, que suele ser quién más impedimentos interpone, y con ello tratar de evitar los casos tan numerosos de divorcios que existen durante las expatriaciones. Hay que reconocer que es la pareja quién normalmente tiene que renunciar, a priori, a más cosas. En mi caso, por ejemplo, mi propio trabajo, que me gustaba mucho. Está claro que una mala situación en el hogar desestabiliza al trabajador, poniendo en peligro la inversión y apuesta de futuro que ha hecho la empresa con esa persona.

Nuestro punto de no retorno fue en diciembre, durante una semana David estuvo en Shangai buscando casa y colegio. Se trata de la prueba de fuego, cuando uno tiene que tener muy claro si se ve viviendo en ese lugar con su familia. Es en ese momento cuando hay gente que decide echar marcha atrás y detener el proceso de expatriación. Yo también debía haber acompañado a David en ese viaje, pero Claudia tenía poco más de un mes y no era factible. Así que, no me quedó otra que confiar ciegamente, nunca mejor dicho, en las conclusiones que David obtuviera de su aventura China.

Algo que nos resultó de gran utilidad luego es que la empresa también organiza un cursillo para familiarizarse con la cultura y costumbres del país al que uno se desplaza, en nuestro caso se llamaba “Introducción a la cultura China”. El consultor que nos dio la charla había estado viviendo en Shangai, entre otros muchos lugares del mundo. Casi todos los temas que iba abordando me parecieron exagerados, no les di demasiada credibilidad y, sinceramente, pensé que se estaba quedando con nosotros. Ahora no me queda otra que retractarme y reconocer que todo aquello que nos contó, no solo era cierto, si no que hasta se quedó muy escaso en su exposición. Y ahora esas historias, y más, son las que os estoy contando en mi Blog…

 

 

 

Recién llegados a Shangai

5 comentarios:

ISABEL SIBAJAS VERA dijo...

Como ves, Tara se ha apuntado también al blog. No es peloteo pero de aquí te puede salir un libro apañao cuñá. A ver cuando cuentas tus peripecias en las peluquerías chinas, que se van a mondar. Besos

Esther Campillo Navajo dijo...

¡Qué impresión, Tarita!. En doce años no fui capaz ni que me dieras la patita y ahora hasta das comentarios en mi blog. Pero que bien te han sentado la tierra malagueña y la brisa marina. ¡Guau, guau!.

ISABEL SIBAJAS VERA dijo...

Guau, Guau (o sea, alguien se ha olvidado comentar que tenía una perrita blanca...) Guau Guau Guau (o sea, je, je, je)

Unknown dijo...

Pues a toro pasao, está claro que fue una estupenda decisión, aunque he de reconocerte que se me escapó alguna que otra lagrimita pensando en lo que os iba a echar de menos a los cuatro ( a Tarita la seguiría viendo en Málaga, je, je) y en que los enanos igual no nos reconocerían cuando volvierais. Afortunadamente el Skype nos mantiene en contacto, y gracias a Dios los niños nos conocen y parece que China está aquí al lado. Os extraño muchísimo pero estoy contentísima de que hayáis sido valientes, se os ve superfelices. Besos.

Yolanda dijo...

Hola Esther: cuando dices que se han animado más personas que no conoces, igual te refieres a alguna de mis hermanas Amparo o Gemma, o mi sobrina Lucía "candidatas para esas vacaciones en China de las que hablamos, ... que si, que si ..." estoy haciendo campaña pro-China para ahora o para un futuro no muy lejano ;-). A mí me encana el blog, así que, he querido compartirlo con las que más quiero. Besos y adelante que va todo genial.